Archive for the ‘actuación’ Category

Personajes vivos que hay que reactivar

febrero 20, 2022

Y que viven bajo un techo de madera, inoportuno y distante, que sigue sus días, pudriéndose sin parar. Es importante preguntarse, en este punto, cómo se dará la tan mentada reactivación. Si tendrá lugar por la acción de un viento intenso y cambiante, con olor a aire fresco de mar. O si se dará más bien por el silencio y la pausa, una decepción reservada solamente para el lugar de la honestidad. Y también quizás para la gente. En el pasaje de un siglo al otro, los personajes ya no están en búsqueda de un autor, sino quizás de salud, capital económico y simbólico. Y es que a esto se ha reducido la vida hoy. La pesadilla del personaje es el terror a ser descubierto como un farsante, un impostor, un déspota de la ficción. Los fantasmas del calor agobiante, de la vida breve, de la noche sin luz. Los personajes no tienen idea, ninguno de ellos, de lo difícil que es sobrevivir. Ni siquiera saben lo que pueden llegar a sentir. Es un conocimiento accesible solo quizás a un sonámbulo, un astrónomo o un noctámbulo.

Si se pudiera resucitar a una familia, ¿qué harían quienes les sobrevivieron? ¿De qué serviría? Es imposible saber donde termina la realidad y empieza la ficción. Donde el duelo cede su lugar a la autocompasión. Una tragedia animal con fantasmas, es lo que tendrá lugar. Tarde o temprano. Algunos personajes de un conocido programa de televisión aún siguen con vida. No se sabe por qué ni para qué. Pero ahí andan, deambulando entre claroscuros de estudios de radio.

Mayor actividad en un proceso tras una situación de recesión. Un parate. Una suspensión. Una visita guiada se transforma en feria americana. En mercado persa. Un dealer busca despertarlos, sin lograr nunca la aprobación. Unos personajes promulgan una ley de solidaridad. Una reactivación productiva. Encontrarán, en cambio, a sumo un arco iris, una máquina, ropa, piel. Y en el epílogo, con suerte, temblor y temor.

Ejercicio 3: Un hombre acaricia a una mujer muy vieja con una escopeta

enero 6, 2022

El hombre es muy joven, tiene dos hoyuelos que le enmarcan la comisura de los labios. Es ciego. Tiene el pelo muy oscuro y corto, al ras, muy grasoso. La escopeta con la que acaricia a la mujer es muy larga, de color negro, con un mango marrón y muy áspera al tacto. Su superficie está sucia, cubierta de barro. El hombre está vestido con un pantalón negro, medias blancas, tiene un solo zapato, el derecho, que es de color café, y una remera blanca que está por fuera del pantalón. Sostiene la escopeta con la mano izquierda. No se oye nada, excepto por algunos sonidos de los motores de autos que pasan por calles cercanas. Es de madrugada. Están en una calle desierta, más precisamente, en un pasaje. Allí hay sólo cuatro casas. La calle está iluminada por dos faroles de mercurio. El hombre mueve la escopeta de izquierda a derecha, acariciándole los hombros. Lo hace con tosquedad. Se escucha el roce que produce el choque de la escopeta con el cuerpo de la mujer. Es un sonido mínimo. De vez en cuando se intensifica al rozar con la escopeta la clavícula de la mujer, quien está vestida con ropa negra, tiene una blusa y una pollera de ese color, pero lleva zapatos blancos de tacos altos sin medias. En su mano izquierda tiene también una cartera, de color negro. La mujer mira directamente a los ojos al hombre ciego. Ambos están parados en el lugar más oscuro de la calle, donde los faroles de mercurio apenas iluminan. Al ser rozada por la escopeta, la mujer se balancea ligeramente, perdiendo en ocasiones el equilibrio. Su cuerpo está caliente, pero el cañón de la escopeta con la que es tocada, está frío y su contacto la estremece. La mujer tiene poco pelo. Es canoso. Tiene ojos oscuros. El piso de la calle está mojado, un rocío leve cae sobre ellos, mojándolos. Hace frío. El hombre ciego siente un olor a loción que proviene del cuerpo de la mujer. Ella siente a la vez acidez en su boca. Tiene seca la garganta. Huele el olor a pólvora mojada que sale de la escopeta, que está cargada. Estos olores se mezclan con un fuerte aroma a podrido que emana de una de las cloacas de la calle, tapada de basura.

Pintura

noviembre 28, 2021

Tengo que ensayar una obra en la que progresivamente nos iremos desnudando todos los que la integramos, unas cinco personas. Estamos en un espacio inmenso y vacío, de piso de madera y paredes de color verde claro. La directora es una conocida teórica que está harta del teatro (nos lo dice a cada rato) y que se despide del mundo con esta obra (algo que también repite a cada rato). Empieza el ensayo y al final solo uno de los actores se desnuda completamente. Los demás lo aplaudimos y se da por terminado. Nos reunimos todos con la directora, que se encuentra sola, en la otra punta de la sala, con una mano en la barbilla. Charlamos apenas de la pasada mientras comenzamos a rasquetear la pintura verde claro de una puerta y de las paredes aledañas. Trabajamos durante varias horas, hasta que al final levantamos toda la pintura de la sala y nos vamos, exhaustos, sin decir palabra.

El teatro del mundo

octubre 9, 2021

Retiro las entradas para una obra de teatro en un lugar oscuro y lúgubre. Me las entregan en una boletería atendida exclusivamente por robots. No veo rastro alguno de presencia humana. Atravieso el hall del teatro y comienzo a descender por escaleras que están completamente a oscuras. Me guío solo por la intuición y los ruidos de las goteras, que van marcando mi camino. Cualquier otro sonido, no existe. Todo, por ende, se magnifica. Las escaleras giran en espiral y siento que voy descendiendo cada vez más hacia lo profundo, al centro de la tierra. Siempre a oscuras, caminando con temor de resbalarme y caer al abismo. Al borde ya del agotamiento, después de haber descendido durante quién sabe cuánto tiempo, llego por fin a mi destino. Tengo delante de mí una espesa cortina bordó oscura, que atravieso sin dudar. Me encuentro con un teatro enorme, totalmente vacío. Ninguna persona en las butacas. Nadie tampoco en el escenario. Estoy completamente solo en ese teatro inmenso. Volver a la superficie se revela como una empresa imposible. Camino entonces decididamente rumbo al escenario de piso reluciente y paredes negras. Me trepo hasta el proscenio. Actúo una de mis obras más antiguas. La más triste de todas las que escribí. Quizás, la más sincera. Nadie se encuentra ahí para mirarme. Sé entonces que estoy ante la mejor actuación de mi vida. La única que valdrá realmente la pena.