“Alrededor de la empalizada desigual que corona la meseta frente al río, las hogueras de los indios chisporrotean día y noche”. Es el año del Señor 1536. Es allí donde ocurre esta historia. En el principio, en la primera y fallida fundación, ya estaba escrito el final. Jefes y soldados, vivos y muertos, reunidos por igual. Sitiados ante el cerco definitivo. El Adelantado yace en su lecho, a la espera del último estertor. El ballestero asesina sin saberlo a su hermano. Enloquecido por el hambre. 451 años después, en 1987, en el final de la escuela primaria, descubrí la ciudad.