Archive for the ‘Relatos’ Category

Verano 7 (a partir de Henry David Thoreau)

marzo 20, 2024

¿Cuál será la parte gloriosa del día?

¿Cuál la cálida y brillante, la sugerente y serena?

¿Toleraré, como la tarde, las duras pruebas del día?

¿Tendré alguna vez la clarividencia necesaria para anticiparme a las inclemencias nocturnas?

¿Terminará de un momento a otra la parte trivial e idiota de esta vida?

¿Cuándo se volverá, finalmente, el aire transparente y los bordes nítidos y filosos?

¿Elegiré a fin de cuentas un camino propio?

¿O tomaré un rumbo asignado, prefijado, y pagaré los daños?

Estamos frente a una imagen pensativa.

Es un momento de nuestras vidas en el que el anochecer se tiñe de los colores del amanecer.

Cerca del final, recordamos con cierta distancia melancólica el principio.

Sé que debo estar al máximo de mi condición para sobrevivir a esta época.

En medio del terreno agreste, y solo allí, recuperaré mis poderes.

En las ráfagas de los recuerdos, la vejez se asienta.

Llevaré a cabo, con deliberación, mis pequeños propósitos.

Así pasaré mis días.

Así completaré mi vida.

Nadie es eterno.

No hablaremos aquí de arándanos, sino del sabor delicioso de la palta.

Alguna mañana te despertarás en silencio.

Prepararás una lista de preguntas de las que nunca obtendrás respuestas.

Si tienes suerte, te escaparás de ti mismo.

Y ya nunca más regresarás.

Un paso al costado, no importa lo mínimo que sea,

fuera del curso habitual,

trae beneficios incalculables.

Ahora, hacia el final del verano,

cuando la noche estrellada se abre paso a empujones,

morirás como rey.

Solo en el otoño, habremos sobrevivido a la superficialidad estival.

Una salsa deliciosa, magnífica.

Un sabor escandaloso.

El aire fresco y sereno contempla la quietud vacua de las hojas del equinoccio.

Verano 6

marzo 17, 2024

Pero como toda persona, en lo que a riqueza material respecta, aspira a volverse independiente o rico, en lo que respecta al espíritu o la imaginación, de igual modo, deberíamos tener algo de capital excedente o vigor de sobra, algo de margen de acción para movernos.

Para ello es imperativo reducir la semana laboral, el tiempo infinito en que unx dedica su vida al trabajo esclavo, que moldea nuestras subjetividades hasta el punto de confundir trabajo y vida.

Se tornan innegociables, inseparables.

La geofísica de las pasiones se convierte en el déjà vu de nuestras prácticas estéticas.

Dicho de otro modo: ahora todo es vanguardia, incluso el suelo de esta tierra.

O quizás ya nada lo sea.

¿Alguna vez han tocado una serenata exclusivamente para mí?

¿En algún momento he sido víctima de los cumplidos más elevados y sinceros?

Si el cuerpo está bien, entonces todo está bien.

Un mismo mantra se repite.

El decrecimiento y el posdesarrollo son, al final de camino, la única vía posible.

De lo contrario me invadirá el desasosiego.

Tendré miedo.

Acusaré dificultades.

Sobrellevaremos debilidades.

Mi cuerpo se irá apagando lentamente, en un sendero exquisito.

La distinción en esta vida es solo el comienzo de una serie de gradaciones.

Y nada más.

Quisiera comprender y movilizar los tiempos profundos, la materia informe, la extraña costumbre de morir que tienen los seres vivos.

Hay una interconexión directa entre energía, tecnología y química.

Entre el encuadre, la elipsis y el silencio.

Me enfrentaré erguido, cara a cara, ante el hecho.

Veré resplandecer el sol por sus dos lados.

Ansío solo la imaginación de la realidad, el tiritar en mi garganta, el frío en mis extremidades.

Estoy, por ahora, vivo.

Me ocupo de mis asuntos en amplios intervalos.

Lejos de mí, el sufrimiento o la indiferencia.

Disfruto desde mi propia orilla.

Me despojo de la vertiente de farsas y apariencias.

Procuro no caer en el desasosiego.

Antes de terminar el día, me doy la bendición.

Verano 5

marzo 16, 2024

Nuestro cansancio sí es serio. Nuestra mediatización, en cambio, es cómica. Desarrollamos una observación meta, una meta historia. No dejamos de escribir porque estamos cansadxs. Estamos cansadxs y por eso escribimos.

Si ahora nos autoanalizáramos como técnicxs, ¿qué es lo que encontraríamos en cada unx de nosotrxs?

Cuerpos densos, quizás.

Un yo mínimo.

Un yo narrativo.

El cansancio es motor. Nuestra narratividad es solo una gramática torpe, lenta, confundida. Desviarnos de la trayectoria prefijada. Irrumpir en nuestra imagen corporal. Cansarnos, escribir, leer, reír, resistir y cansarnos, escribir, leer, reír, resistir y cansarnos, escribir, leer, reír, resistir.

Cansarnos, escribir, leer, reír, resistir. Desviarnos.

Somos en tanto encarnamos una condición distribuida.

Somos en la distribución y en ningún otro lado más.

¿Cómo construir una memoria propia?

¿Cuáles son los criterios que definen el armado de un archivo de mi vida?

lo que no se puede separar

lo espeso

lo denso

(hilos, pelos o maleza embrollada y cosas semejantes)

Mi sombra

Mi lluvia

Un horizonte insoportable

Una madeja despeinada

tengo un país en mente

que es como decir

tengo un país metido en el cuerpo

Un país es como una corporación

como una inteligencia artificial subdesarrollada

Nos valemos de ella para poder sobrevivir

O eso creemos

-no sé ni siquiera mi nombre-

Solo sé que tengo miedo por mi perro

Tengo miedo de que ya no se pueda levantar más

Y escribo esto solo para conjurar ese miedo

Y torcerle el brazo a la realidad

Avanzan quienes creen en todos

los oráculos

porque les da certeza de un futuro

Es entonces cuando acepto la irrupción de las fuerzas externas

Todo lo que ocurre es una operación casi imposible

En especial cuando la agresión es cotidiana y casi infinita.

Quienes no creemos casi en nada

-porque llevamos pruebas de que todo puede ser peor-

nos preguntamos

¿hay algo que sea suficientemente barato para ser público?

Quisiera viajar, pasar de largo siempre, a toda hora.

La lluvia es agente del cambio de las estaciones.

Es también productora de miedo, ansiedad y terror.

Un lenguaje de deseos, dudas y posibilidades

La serenidad solo tiene lugar al aire libre

y el verano es el inicio de la desobediencia civil.

Yo soy experimento colectivista

Yo soy individualista

Yo soy una era de idiotez

Yo soy la época más estúpida de la historia

Yo soy la más miserable

En el bosque el granjero se recrea,

se olvida de la sociedad

Todos los perros duermen

Soy la encargada de velar por sus sueños

Me han dado la llave

y no sé qué hacer con ella.

Parece haber un principio peculiar de resistencia

Nosotrxs

somos barbarie

nunca, nunca civilización

Nosotrxs somos plaga,

somos miseria y estercolero

somos el arsénico que necesita esta nación.

Nuestra existencia concreta solo se encuentra

al final del verano.

Busco una imagen sencilla, directa, diáfana.

Soy heredera del cine mudo.

Solo me interesa la narración visual pura.

Llamar la atención, jamás.

Música, color, calma y sosiego.

Desarraigo social

Fracaso individual

Autismo sensitivo

Aflicción existencial

El espacio vacío se convierte en tiempo muerto.

Sentir para pensar

Causar impresión

Transmitir la intensidad de instante

Aprovechemos ahora, que aún estamos vivxs

O eso parece

Minimalismo de expresión

Lo inefable, lo desconocido, lo misterioso

Lo ausente

Lo inesperado

Me envuelvo en mi poiesis silenciosa,

en la elipsis de los patrones rutinarios

Siento pasión por los objetos

omito la violencia y el sexo

No hay lugar ya para eso.

Economizo medios

evito lo escabroso.

Invito, eso sí, a la perseverancia.

En medio de la desolación afectiva, el amor es una alianza solidaria.

Suaviza la intemperie

Evita la locura.

La clase obrera no tiene patria, me dijo en un bar de rosas rojas.

Entre el optimismo y la desesperación

entre el estado de bienestar y el neoliberalismo

capitalismo de extinción

y melodrama.

Soy unx artesanx disciplinadx

el material con el que cuento es limitado

mi tiempo se acaba.

Escribiré entonces mis últimas voluntades, por el bien de la extinción.

Escribiré mi lista necesariamente inacabada:

1) Qué cosas ya no filmar: el centro de las ciudades, a los ricos, los poderosos y los políticos, sus casas y sus vidas, sus empresas y sus maquinaciones, las escenas de sexo, las compras, las computadoras, los teléfonos móviles, la tecnología moderna en general, dios, el diablo, la muerte, yo.

2) Qué cosas no dejar nunca de filmar: la periferia de las ciudades, los gestos del trabajo, las noticias de la televisión, un relato en un idioma que no entiendo, los bares y restaurantes, las canciones en los bares, los músicos callejeros, los coches antiguos, las motos, el ferry y el tranvía, los viajes, largos y cortos, los perros, siempre los perros, las personas fumando y bebiendo, los letreros de los comercios de barrio, las miradas de amor y de odio.

Amén.

Verano 3

marzo 10, 2024

Quisiera ser Martín Seijo. Pero no puedo. Nunca pude. Su momento más espectacular ocurrió el 12 de noviembre de 2023 y yo fui testigo. Ese día realizó la última función de Última(s) Catástrofe(s), la obra de música situada que llevó adelante con su grupo, la Compañía de Funciones Patrióticas. Atardecía sobre la plaza de Mayo, un suave y refrescante viento primaveral nos aliviaba. Allí, Martín Seijo se despojó de la remera negra que llevaba puesta, con la leyenda “Milei 2023” en nítidas letras blancas en el frente. Una vez en sus manos, la arrojó a la basura. Mientras nos dejábamos llevar por la música de un festival que se estaba desarrollando in situ, conversamos sobre el futuro inminente y las posibilidades de que no ocurriera lo que iba a pasar apenas una semana después, cuando tendría lugar el mentado balotaje por las elecciones presidenciales en Argentina. Ese fue el punto culminante, el cénit y la caída, el auge y el ocaso de Martín Seijo. Y de todo un país tras su fallido intento de evitar lo inevitable. Por supuesto que hoy, a más de tres meses de aquel decisivo instante, sabemos de sobra que su performance debería haberse llamado (Ante)Última(s) Catástrofe(s). Pero en aquel momento, aún sin el diario del lunes, todo era provisoriamente inesperado. De la misma manera en que ocurrió con otros tantos, nunca más supe nada de Martín Seijo. No sé qué habrá sido de él, nuestro único héroe en este lío. No sé si habrá podido sobrevivir a Pene Chico. Seguramente no.

Decepcionado por la desaparición de Martín Seijo, me empapo del lenguaje de la teología de nuestro tiempo. Escucho a los gurúes de nuestra época: los economistas expertos en los mercados financieros.

Cualquier shock político generará una disparada inflacionaria.

¿Sobrevaluación del equity local? Depende de la política monetaria y de los balances de las empresas.

Será necesario ver los reportes de FIEL, para entender de qué vamos a morir. Y más importante aún: cómo y cuándo finalmente sucederá.

No hay viabilidad política, social y económica. Es por esta razón que los superávits gemelos son descaradamente falsos e insostenibles en el tiempo.

Se reducen las chances de un salto discreto en el tipo de cambio.

El financiamiento internacional se atisba apenas en el horizonte como una esperanza quimérica, insustancial, vana, excepto que se produzcan reformas estructurales. ¿Acaso alguien en su sano juicio podría prestarle siquiera un mísero dolor a este gobierno? ¿Alcanzan 15 mil millones para levantar el cepo?

Nuestro país, pese a todo, se presenta como tierra de oportunidades: sigue barato en bonos sin tener una guerra ni un ejército de ocupación en las lejanas tierras del sur. La relación riesgo-retorno es claramente la mejor de todo el mercado.

¿Se espera una normalización?

El límite es la creatividad humana, si ocurre una reestructuración de la deuda externa.

Tenemos para elegir: hay bonos soberanos que responden de la mejor forma ante escenarios alcistas. Otros, a la inversa, tienen un gran rendimiento en escenarios defensivos.

¿Bullish y bearish o hawkish y dovish? Esa es la cuestión.

Pero recuerden lo importante: la voluntad de pago nunca significa capacidad.

Se atenúan las expectativas de devaluación.

Malas noticias para la comunidad inversora: este año no habrá reformas estructurales.

Levantas una de las orejas del cajón de tu tía. Es domingo al mediodía, en Chacarita. Uno de los cementerios que mejor conoces. Caminas por entre las tumbas rumbo al destino final, con siete personas más, incluidos tus primos, que también sostienen el cajón. Una imagen: las flores, la tierra removida, la tumba fresca. Una imagen que paradójicamente tranquiliza, que pone todo en relación y te hace olvidar del dólar, el calor y el fascismo, que volvió la vida un infierno en la tierra. Cada día, una mala noticia. Cada día, otros muertos, más excluidos, aún más caídos del sistema, tornándose todo insoportable.

Otra imagen: el coche fúnebre con las letras grabadas que corresponden a su nombre, dispuestas en un cartel. Al final del día, en el balance de las cosas, una vida siempre se resume a eso. Se condensa en esas letras negras, con tu nombre y apellido, en un fondo blanco, sobre un coche fúnebre. Pero a su vez esa vida o cualquier otra es mucho más y mucho menos.

Ya cumpliste en tu vida varias veces este rol. Ya levantaste con otros los cajones de personas que quisiste y los llevaste rumbo a su destino final. La tierra o la cremación. Estás harto. Te harta que esta época haya reducido esta vida o cualquier otra a algo tan banal, tan idiota, tan sinsentido. Es la operación de las cuentas de X. Es su modus operandi. Nombres falsos sin rostros, que escriben sandeces a sordos sin parar. Sin volver la vista atrás.

Cada vida cuenta. Cada muerte se incorpora. Es alimento para seguir existiendo.

A lo lejos, el ladrido imposible, mudo, de tu perro. Te consuela. Te acompaña. Te canta.

Al anochecer o al amanecer: la música, la meditación, el mantra, el silencio.

Lo único que importa, pensás, es lo que conmueve.

Estampida X: de la brevedad de los días

julio 24, 2022

Las luces de tu día más breve se apagan en un parpadear.

Te retiras hacia lo más recóndito

Para evitar desatinos.

Por todas partes en la ciudad

Solo ves fuego.

No quieres ser complaciente

No buscas profanar la materia del tiempo.

La tarde te resulta grotesca y extraña.

Casi salvaje.

Una única imagen espantosa te guía.

Tu cuerpo en la playa.

Sin movimiento alguno.

Si te pidiera perdón ahora

No lo aceptarías.

Esa ventana temporal ya se ha esfumado.

Ni los sedantes ni los océanos cenagosos

Podrían alterar tu ánimo.

Decides tenderte en posición fetal

Como en la infancia.

Es un pequeño detalle

Del que pareces no percatarte.

Asistes a lo que debió haber sido

Un refectorio en otra época.

Mañana contemplarás un paisaje distinto.

Un territorio desconocido.

Un sosiego que solo alcanzarán los extranjeros.

Un cielo limpio, pulcro, negro y azulado.

Un hueco hipo.

Un vino santo.

Un silencio agradable.

Una quietud abismal.

Estampida IX: cómo andar entre ruinas

julio 22, 2022

Te preguntas cuál es tu tonalidad.

Quieres tomar cierta distancia de ti mismo.

Se torna imperiosa para poder contemplarte mejor.

Has detestado los tonos marrones y grises desde siempre.

A veces ríes sin parar.

Especialmente cuando puedes sentir cómo todo se hunde.

Como ahora.

Cae la noche

En las afueras de tu resplandor.

Sabes que eres un excéntrico.

Caminas sin certeza

A lo largo de unas vías que no tienen fin.

Mañana te despertarás sabiéndote otro.

Acudirás como siempre a tus actividades de todos los días.

Tu cuerpo se inclinará ante tu imagen reflejada.

Como un tragaluz del infinito.

Volverás al mismo lugar.

A la casa de tu infancia.

Cuando mires hacia el cielo

Encontrarás tus ojos.

En esa lejanía.

Serás ingenuo solo por un momento.

Y creerás que puedes perpetuarte.

Pero no hay chances.

Bien lo sabes.

Regresarás a la hora del sosiego.

Recordarás esa noche templada de otoño.

Perdida ya para siempre.

Te asaltará la frase del poeta:

El odio no es tu enemigo.

El amor lo es.

Cuando encuentres los trozos de las fotografías desordenadas

En que se ha convertido tu vida

Alcanzarás la paz.

La imprescindible tranquilidad para seguir andando entre las ruinas.

Estampida VIII: en el interior de las piedras

julio 21, 2022

Te encuentras con individuos perecederos.

Que exigen su consumo inmediato.

No quieres tratos con ellos

Pero no tienes alternativa.

Si el humo de la chimenea lograra alcanzarte

Observarías con sincera alegría tu vida.

La arquitectura de esta ciudad te resulta anónima.

Indiferente.

Ajena.

Cada día más.

Quizás sean los fantasmas que te atraviesan.

Quizás solo estés presente realmente en el interior de las piedras.

¿Habrá algún ámbito donde acordarás contigo mismo?

¿Te recordará el quejido de tu perro?

Mientras las figuras corren por las calles

Escapas de todos los quehaceres domésticos.

Puedes decir que eres tú mismo

Solo en la luz que te revive

Durante tus baños de sol.

Cuando logras escapar del castillo de vampiros.

Cuando le rezas a tu divinidad.

Extravagante y ausente.

Si tu mirada se ubica al nivel de la calle

Todo lo ves diferente.

Lo propio y lo impropio.

La producción de tu nuevo espacio.

Aquello que puedes llamar tu casa.

Frecuentas los trenes.

Regresas a menudo a sentarte a descansar.

Extrañas sus voces.

Sus inflexiones.

Sus tonos.

Incluso sus ecos.

Temes perderles.

Y lo harás.

Es lo que te ocurrirá.

Los perderás.

No hay norte ni sur.

Ni este ni oeste.

La única vía de acceso

Lo sabes

Es el deseo.

Estampida VII: como la música lenta

julio 18, 2022

Cuando la música barroca te invada, te sentarás sobre tus sillas de tela.

Recordarás los trucos de magia.

Las respiraciones del público.

Y sus carcajadas.

Correrás a un ritmo frenético.

Sentirás la superficie fría del mármol mojado.

Y soñarás con cómo el tiempo te abandona.

Te prometerás nunca volver a ser un zombi.

Un álamo petrificado.

Huirás, en todo caso, rumbo a tu universo introspectivo.

Llorarás de vez en cuando.

Caminarás sin destino fijo.

Buscando parques anónimos.

Quizás te refugies en el interior de algún edificio.

En alguna ciudad desconocida y desconsolada.

Quisieras dar zancadas hacia lo alto.

Pero descubrirás que solo lo bajo es lo importante en tu vida.

En la pérdida.

En el encuentro de lo que nunca será poseído.

Solo allí hallarás tu sustento.

¡Ánimo!

Te dices.

Por más que el camino sea árido.

¿A quién pertenecen tus palabras?

¿Quién te las ha legado?

Retornarás en el declive.

En el ocaso.

Como la luz que filtra el aire.

Cada atardecer de verano.

Estampida VI: de esplendores y sombras

julio 16, 2022

Lo reafirmas: recobrarás tu antiguo esplendor.

Mejor aún: surgirá un nuevo interés, un foco de actividad inédito.

Lo repites hasta intentar creerlo.

Hasta que deje de sonar como un mantra vacío.

Al final del día, harás una pausa.

Buscando acatar tu decisión.

Pero no te será sencillo.

Has usurpado las tardes de sol.

Has regulado las cicatrices que dejan tus huellas.

Y aunque los desatinos parezcan no tener fin, sabes que saldrás adelante.

Como si fuera un acto de fe.

O de magia.

Vienes hoy de paseo a la ciudad fantasma.

Sabes de sobra cómo te acechan las sombras.

Ya no eres más hijo.

Hace rato que has constatado tu fragilidad.

Ni baños ni palacios.

Apenas un humilde techo bajo el cual descansar en paz.

Al margen de tus labores más inmediatas.

Morirás rodeado de follajes, flores y frutas.

Estampida V: cuento de invierno

julio 15, 2022

En el último día de la semana se requiere sortear ciertos obstáculos.

Tener el cuerpo predispuesto, la mirada altiva y el corazón en un puño.

Caminar a través de los nubarrones no se da de forma sencilla.

Encontrar alternativas es algo innominado.

No hay rituales rígidos que romper.

No se estila atravesar el verano sin haber sufrido daños.

Una única locación, un aviso burlón, una separación temporal.

Es todo lo que se necesita para evitar el desánimo.

¿Será posible exorcizar los recuerdos?

¿No será mejor excomulgarlos?

Decretarles, quizás, la extrema unción.

Te has tornado un ser famélico.

Un individuo extraño.

¿A qué abismos te ha conducido el estrés?

¿Recorriendo qué límites has logrado desensibilizarte?

No hay espectáculo más purificador que contemplar la luz menguante del atardecer.

Te repites.

A esa hora ya todo ha sido juzgado.

No merece la pena lamentarse por lo que no se ha podido hacer.

Nadie requiere tus lágrimas.

Nada te alcanza.

Quisieras construir una red de supervivencia.

Pero ya no es posible.

Nunca viste así a la ciudad.

Tan vacía.

Tan rebosante de calma.

Esta es tu caída.

Ni tu adicción a los antidepresivos podrá salvarte.

Será el viaje a las canciones correctas el que lo haga.

Porque todas las cosas acaban postreramente.

A tu refugio de invierno, entonces, volverás.

Hasta que se atenúe el temporal.