Hombre: ¿Le gusta?
Mujer: Sí.
Hombre: El olor, digo.
Mujer (lo mira, luego murmura de manera inaudible): Sí.
Hombre: ¿Quiere irse ya o prefiere esperar un poco más?
La mujer no contesta.
Hombre: ¿Cuál de las dos? ¿Alguna? ¿Cualquiera?
Al ver que la mujer no contesta el hombre se calla. La mujer rompe el silencio.
Mujer: ¿Me dice la hora?
Hombre: Tarde, muy tarde.
Mujer: Eso no fue lo que le pregunté.
Hombre: Pero es lo que sé.
Mujer: ¿Entonces lo sabe?
Hombre: Sí, por supuesto. Sino no estaría acá, ahora, con usted.
Mujer: Pero yo no lo sabía.
Hombre: También eso estaba previsto.
Mujer: ¿Qué cosa?
Hombre: Su ignorancia.
PAUSA. Se callan. La mujer rompe nuevamente el silencio.
Mujer: ¿Me va a dejar ir?
Hombre: Sólo cuando sea necesario.
Mujer: ¿Pero soy libre no?
Hombre: Si, por cierto.
Mujer: ¿Libre de irme cuando quiera?
Hombre (dudando): Tanto no sé.
Pausa. La mujer mira que el hombre sólo tiene un zapato y nota que por la acción del rocío que cae a esa hora se está mojando y se dispone a decírselo.
Mujer: Se está mojando, ¿sabe?
Hombre: Sí, lo sé.
Mujer: El pie izquierdo.
Hombre: Sí.
Mujer: Se puede enfermar.
Hombre: Es cierto, pero eso no es importante.
Silencio. El hombre nota que la mujer comienza a sentirse enferma, puesto que se ha inclinado sobre sí misma como si le doliera el estómago. Al ver esto, rompe el silencio y le pregunta a la mujer.
Hombre: ¿Se siente mal?
Mujer: No, ya está , ya pasó, es el estómago. Quizá vomite.
Hombre:¡Hágalo!
Mujer: No, ya no puedo. A veces creo que me descompongo, pero no es cierto.
Hombre: Entiendo.
Mujer: ¿Qué cosa?
Hombre: Su problema.
Mujer: Difícilmente lo pueda hacer.
Hombre: ¿Por qué?
Mujer: Porque es individual y porque todo lo particular es intransferible.
PAUSA. Se quedan callados, luego el hombre prosigue.
Hombre: Cuando le duela algo diga basta.
Mujer (gritando): ¡Basta!
Hombre: No todavía no, es muy temprano.
Mujer: ¿Para qué?
Hombre: Para renunciar.
Mujer: ¿Podría dejar de hacer mover la escopeta sobre mi cuerpo? Me está molestando.
Hombre: Sí, Disculpe.
Pese a decir esto, el hombre no deja de mover la escopeta. Se callan. La mujer comienza a mirar intensamente al hombre, con deseo. Entonces le pregunta.
Mujer (señalándose a sí misma): ¿No le interesa?
El hombre no contesta.
Mujer: Dije si no le interesa.
Vuelve a señalarse a sí misma.
Hombre: ¿A mí me dice?
Mujer: ¿Y a quién sino?
Hombre: ¿No conoce mi condición, acaso?
Mujer: No.
Hombre: Es que yo estoy … impedido.
Mujer: ¿En qué sentido?
Hombre: Visualmente.
Mujer: Ya lo sé.
Hombre (enojado): Entonces no diga que no lo sabe y no me haga hablar más.
PAUSA. El clima es tenso. La mujer continúa mirando con intensidad al hombre, luego dice…
Mujer: Su nombre es…
El hombre no contesta.
Mujer: Le acabo de preguntar su nombre.
Silencio.
Mujer: Señor, dígame su nombre.
Hombre: Usted lo sabe perfectamente bien.
Mujer: No, no lo sé.
Hombre: Pues debería saberlo.
Mujer: Siempre hay distancia entre lo que deberíamos saber y lo que efectivamente sabemos. Además usted dijo que estaba previsto.
Hombre: ¿Qué cosa?
Mujer: Mi ignorancia.
Pausa. La mujer parece molesta. El hombre trata de recomponer la situación, luego le pregunta..
Hombre: ¿Está molesta?
Mujer: ¿Con usted? No.
Hombre: Menos mal.
Mujer: ¿Acaso le preocupaba?
Hombre: A decir verdad, sí.
Mujer: ¿Por qué?
Hombre: Porque después de tanto tiempo aquí, juntos, he llegado a tomarle cariño.
Mujer: Yo también.
Hombre (emocionado): ¿Quiere decir que usted … siente lo mismo por mí ?
Mujer: Naturalmente.
Hombre: ¿Y por qué no me lo dijo antes? Podríamos habernos evitado todo este procedimiento engorroso.
Mujer: No, no lo crea. Lo que usted sienta por mí no tiene la menor importancia, ¿me explico?
Hombre: Pero si usted dijo…
Mujer: Le repito que no tiene la menor importancia. El procedimiento es inevitable.
Pausa. El hombre ahora rompe el silencio.
Hombre: ¿Me va a dejar ir?
Mujer: Adelante, váyase, nadie se lo impide.
Hombre: Pero el procedimiento …
Mujer: El procedimiento no tiene nada que ver con eso. Me extraña que no lo sepa.
Hombre: No, no lo sé. Pero lo que sí sé es que no puedo abandonar mis obligaciones a pesar de que usted afirme que puedo irme cuando quiera.
Mujer: Pero si usted quería irse.
Hombre: Sí, es cierto. Pero usted no debió permitírmelo. Esa es su obligación.
Mujer: Disculpe. Ahora váyase.
Hombre: No, no puedo.
Mujer: ¿Por qué?
Hombre: Ya le dije lo que siento por usted.
Mujer: Usted no tiene derecho a sentir nada por mí. Usted no ve.
Hombre: Es cierto. Pero eso no importa. Además no puedo hacer nada. Nací así.
Mujer: Yo tampoco puedo hacer nada, pero a mi sí me importa.
Hombre: Quiere decir que …
Mujer: Sí, precisamente, hoy es la última noche que le dejo hacer esto.
PAUSA. La mujer rompe el silencio.
Mujer: Lo lamento.
El hombre no contesta.
Mujer: Mi exabrupto… le pido disculpas, pero no podía decir otra cosa.
Hombre: No, está bien, usted tenía razón.
Mujer: Sí, pero podría haberme comportado de otra forma.
Hombre: Lo que hizo era lo que correspondía. Fui yo el que me propasé. Yo debo pedirle disculpas a usted.
Mujer (continúa hablando sin escuchar al hombre): Podría haberlo tratado mejor, invitarlo a entrar, ofrecerle algo para tomar, pero no. Tenía que arruinarlo todo.
Hombre (también habla sin escuchar a la mujer): Yo …. no lo entiendo … me dejé llevar …. fue el momento … la noche … quizá el rocío … Todo fue un lamentable error.
Mujer: Si, un lamentable error.