Archive for the ‘cartografía’ Category

Puentes rotos

diciembre 26, 2021

Andamos a paso rápido, sin mirar nunca hacia atrás, destrozando todos los puentes una vez que los cruzamos. Destrozándolos o quemándolos, lo mismo da. Sin posibilidad de volver sobre nuestros pasos jamás. Hace tiempo solíamos saltar de puentes rotos. Nos arrojábamos a una finísima base de cemento, apenas sostenida por enormes columnas endebles, en el medio del río. Pero eso fue en otra vida. En otro lugar. Y por más que ahora quiera construir todo igual, sé que no durará mucho más. Nunca supe aprender a esperar.

Fuimos principiantes siempre.

Nunca nos soltamos.

Nunca nos dejamos.

Nunca fui yo quién guió, en medio de ese rápido revuelto, de esas olas violentas.

Soportamos todos los golpes.

Me resulta muy sorprendente: la columna, la perseverancia, nuestras manos.

Y aunque apenas logré ver el siguiente paso, sé que ahora estoy acá, tratando de ser otra. 
Es la sed del principiante, la que ahora me acomete.

Nada malo me puede pasar, por más que me encuentre en una tierra muy distante. 
Por más que nadie hable mi lengua.

Es un país de modales bruscos y de nuevas guerras.

Incomprensibles.

Insignificantes.

Caminamos en puntas de pie. Con pasos apenas audibles.

Tratamos de pasar desapercibidas.

Es imposible lograrlo.

No hay manera.

Nuestra piel, nuestro andar, nuestros hábitos…

Todo nos delata.

Olvidar, empezar. 
Empezar a olvidar. 
Lo que fuimos.

Para camuflarnos.

Para sobrevivir.

Y si bien venden boletos de tren que nos devuelven al pasado, al otro lado del río, decidimos que no.

No queremos volver.
No podemos.

Decidimos dejar todo atrás.

Y volver a saltar de puentes rotos.

Olvidar, empezar. 
Empezar a olvidar…

Nunca supe aprender a esperar.

AGUJERO

septiembre 4, 2021

Ahora el encierro es doble: a la vez físico y mental. ¿Existe alguna otra posibilidad? ¿Hay otra alternativa? Quisiera imaginar otros futuros. Quisiera fugar hacia el pasado. Quisiera ubicarme otra vez, como hace tiempo, en espacios abiertos. Imaginarme emplazado en eso que alguna vez llamé “naturaleza”: los Esteros del Iberá, un sol que raja la tierra, sin nubes a la vista, a la hora de la siesta. Los yacarés se deslizan sobre el pantano, igual que los carpinchos. Sus antiguas presas. Ahora conviven como si nada sucediera. Pero en vez de revivir esa escena, pienso que ya no hay compañeros. Nunca la prisión fue tan cómoda. Nunca, tan definitiva. Sálvese quien pueda. Cada uno por su cuenta. Si ahora mismo cayera muerto, no tendría la menor importancia. Nunca la tuvo. Solo que ahora se hizo evidente. Es el deseo soberano y popular. Es la constitución. Es la democracia representativa, moderna, tripartitamente burguesa y capitalista. Son los santos evangelios. Es la voluntad de la masa. Son los compatriotas, que vinieron de los puertos, hace tantos años ya, que nadie lo recuerda. El deseo colectivo se ha expresado. Ha emitido su voto ferviente. Único. En un solo movimiento. Perdimos. Nos destruyeron. Todo terminó en derrota, en esta época de mitos astillados. Un espacio mental en mi cerebro. Ahora mismo. Para correr sin parar. Y escapar, latido tras latido. Una caída al abismo. Un gran alivio. El único consuelo: los perros vivos y muertos. Y un agujero en mi cerebro. Un agujero y nada más.

Buenos Aires en 100 palabras (84)

marzo 13, 2021

La ciudad es un mapa. Una cartografía teatral (des)centrada. El centro deviene policentrismo. Las tres escenas: el teatro off, el oficial y el comercial. Las obras que atravesaron tu vida son las mismas que no te dejarán vivir en paz. Un gigante dormido: el mercado de frutas y verduras hoy devenido shopping sin lugar para fantasmas. Una deriva en zigzag que te lleva por Boedo, Almagro, Villa Crespo, Chacarita y La Paternal. Sea en La Patagonia o en París, la ciudad asoma monstruosamente resignificada. Íntima y cambiada. Mítica y amada. Tu mapa tiene tachaduras, borrones, lágrimas. El cementerio: punto final.